Palmira: un lugar donde la memoria florece.

Palmira: un lugar donde la memoria florece.

En el corazón del Cementerio Central de Palmira, un espacio que alguna vez fue llamado“El Patio del Olvido”, se abrió un camino de esperanza, reconciliación y memoria.

Durante más de un año, firmantes del Acuerdo de Paz y comparecientes de la Fuerza Pública, antes adversarios en la guerra, caminamos juntos en el Proyecto TOAR “Nos Juntamos para Encontrarles” Este proceso, se convirtió en un ejemplo de lo que es posible cuando se construye desde la verdad, la voluntad y la empatía.

Gracias a este esfuerzo colectivo y al compromiso de tantas manos, hoy Palmira cuenta con 600 repositorios de memoria, espacios dignos para resguardar los cuerpos de personas dadas por desaparecidas. Estos osarios no son simples estructuras de cemento: son símbolos de dignidad, de reparación y de resistencia a la desaparición forzada.

Ayer, en vísperas de la conmemoración del Día Internacional de las Víctimas de Desaparición Forzada, se entregaron de manera simbólica a las víctimas del municipio y del Valle del Cauca. Fue un acto que, más allá de lo protocolario, estuvo cargado de humanidad: en medio del silencio y la solemnidad, hubo gestos que marcan un antes y un después. Un abrazo entre un exmilitar y una exguerrillera mostró que la reconciliación no es una palabra vacía, sino un camino posible cuando el compromiso con la paz se pone en el centro.

Este proyecto no habría sido posible sin la fuerza incansable de las organizaciones de víctimas y buscadoras, quienes con su lucha diaria han iluminado las sombras del olvido. Tampoco sin el respaldo de instituciones que se sumaron: la Unidad de Búsqueda de Personas dadas por Desaparecidas, el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (@pnudcolombia), la academia con varias universidades presentes, la @diocesis_de_palmira y la @pastoralsocialpalmira, la @gobvalle, la @alcaldiapalmira y muchas otras organizaciones e instituciones que acompañaron y sostuvieron este sueño

El Cementerio Central, que por años fue un lugar de dolor y abandono, hoy empieza a resignificarse. De ser un patio del olvido, pasa a convertirse en un territorio de encuentro, de memoria y de dignidad.

Hasta que todos y todas encuentren el camino a casa.

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